LEYENDA DEL AMANCAY








Una de las flores mas bellas de nuestra cordillera es el “Amancay”. Su tallo del tipo rizoma puede alcanzar de medio metro a un metro de altura.
En su extremo se abren varias flores anaranjadas o amarillo dora- do con manchitas rojas. Estas manchas rojas que salpican sus petalos han dado origen a su leyenda.
Crece en los bosques de coihues y lengas. Por su singular hermosura es una de las flores cordilleranas que más aprecian los turistas que visitan nuestros Parques Nacionales.

Su leyenda dice así:

En la orilla derecha del río Manso y hasta su nacimiento en el valle del Lolol Mahuida (cerro Tronador), vivían los indios Vuriloches.
Quintral, hijo del cacique, gustaba recorrer cazando y pescando en la orilla del río y así llegaba hasta Co-cari (lago Mascardi). Fue en uno de esos paseos que conoció a Amancay, quien se enamoró de aquel joven apuesto y valiente, llegando a convertirse este sentimiento en el amor irrealizable por ser ella de humilde origen.
De esta manera fue pasando el tiempo, hasta que un dia llegó hasta ellos una epidemia que comenzó a diezmar la tribu, cayendo enfermo el joven hijo del cacique.
Ante la imposibilidad de lograr su mejoría, enterada Amancay, con- sultó a una Machi, quien le confió el secreto para obtener el remedio. El mismo consistía en una infusión preparada con una flor que crecía en la cumbre helada del Lolol Mahuida. A sabiendas del peligro que corría,pero impulsada por su amor hacia el joven, lanzóse Amancay a la teme- raria empresa, logrando su fin.
Ya en el descenso, feliz por haber logrado su cometido, al pie de una hermosa cascada, vió cernirse sobre ella la amenazante figura del cóndor, quien le exigió abandonara la preciada flor.
Ante la negativa de Amancay, propuso a esta que le dejase a cambio su corazón, lo cual aceptó la joven sin titubear.

Alejose el rey de las alturas con el pequeño corazón entre sus garras, emprendiendo vuelo hacia su morada, tiñendo de gotas rojas su camino con la sangre que manaba del corazón.


Y en aquellos lugares regados y vivificados con la sangre de aquella indiecita, fue naciendo una preciosa flor de varios pétalos, bella como su origen, teñida con gotas rojas de la sangre que había sido derrama- da en ofrenda de aquel sentimiento, queriendo pregonar de esta manera, un mensaje de amor por todos los valles y montañas del Co-cari y Nahuel Huapi.

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